12 marzo 2010

El Rey firmará la ley del Aborto pero le dejarán comulgar porque es campechano

Los obispos negarán la comunión a los diputados y senadores que voten sí al nuevo texto
A la Iglesia se le hace el chocho Coca-Cola cuando se trata de Juanca
Los obispos están aquejados del llamado complejo de Scatergories: o se hacen las cosas como ellos quieren, o se van y se llevan su juguete para que otros no puedan disfrutarlo. Y en este caso el juguete es la comunión, o sea, meterse un trozo de pan soso en la boca después de que el cura de turno les haya pegado el rollo (interpretación libre, vale, pero eso de que el cuerpo de Cristo se materialice en los hidratos de carbono y que haya que comérselo a lo Viven suena más surrealista que un sketch de los Monty Python). Sinceramente, no entendemos que el hecho de negarla suene a amenaza.
En todo caso, ¿qué es lo que tanto les molesta a los señores obispos? Pues la reforma de la Ley del Aborto, que se ve que va en contra de la voluntad de Dios eso de interrumpir un embarazo. Claro, en cambio lo de reprimirse los instintos sexuales y no utilizar la chorra más que para mear y, esporádicamente, para desahogarse con niños seguro que complace al Señor. Además, que dedicar la vida al reposo espiritual también evita que nazcan niños. ¿O es que los pastores de la Iglesia no tienen semen? ¿Y por qué se lo dio el Creador si no quería que lo utilizaran? ¿Para entregarles un poco de diversión de vez en cuando? Porque no nos suena que en la Biblia salga una frase tipo: "Follar no, pero en ocasiones durmiendo tendréis una polución nocturna y ya veréis qué alegría"
Sea como sea, el "enfado y no respiro" lo aplican a todo el mundo que tiene que ver con la reforma (es decir, a los políticos que voten que sí), excepto al Rey, que es el que firmará para que su aprobación sea efectiva. Qué carai, si Juan Carlos I es inmune a la ley de los hombres (puede cometer cualquier delito, que jamás será juzgado por él), también tiene que serlo a la ley de Dios. Que el Juanca es campechano, y majo, y se le perdonan los pequeños defectillos. Vamos, que los curas al monarca le aceptan pulpo como animal de compañía, y todo lo que les eche.

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