Confirmado: la peineta es el saludo de los poderosos. ¡Hasta el Rey enseñó el dedo, cuando aún se le levantaba!
El escándalo en torno al saludo con el dedo en alto de José María Aznar fue desmedido e innecesario. Feijoo ya quiso mitigar la lectura vulgar del gesto aludiendo a antecedentes grecorromanos. En efecto, comprobamos que cualquiera de buena cuna y con una educación clásica tiene la «peineta» bien asumida y siempre en la punta de los dedos.
El vídeo que presentamos es, de hecho, la secuela del Peinetagate: Felipe Juan Froilán de Todos Los Santos y la Hostia en Vinagre, nietísimo de España, dedicó este gesto disimulado a la prensa. ¿Alguien se ofende por ello? Nosotros, no: nos congratula ver cómo el futuro «algo» (infante, principito, consorte o sanguijuela real, lo que Dios quiera) aprende maneras de los grandes hombres de estado. Es su manera de citar a Pompeyo cuando salió del senado diciendo «no haré declaraciones». ¡Ah! Tanta cultura nos deslumbra.
Pero hay más: después de la secuela, la precuela. ¿Creen ustedes que es Aznar el verdadero creador del Peinetagate? ¡No, amigos! Otro prócer de nuestro país trazó el camino de los poderosos, allá por 2005. Nuestro segundo vídeo, con Juan Carlos I el Campechano de protagonista, lo corrobora: la peineta no es un gesto vulgar, sino al contrario: el saludo propio del prohombre a la plebe. Campechano y grecorromano: la unión hace la fuerza.
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