Tocó en bodas de abuelos, padres, hijos y nietos. Eso sí que es un símbolo de una vida dedicada a la música, la de Pergentino Álvarez Redondo, el más famoso de los enredabailes babianos.
Sesenta años tocando el acordeón. Ese es el resumen de la vida de Pergentino Álvarez Redondo, que también, como todos los hombres de su tiempo, se tuvo que dedicar un poco a todo. A Pergentino, cuando no tocaba el acordeón, lo que más le gustaba era pescar pero lo suyo era coger el coche, casi siempre acompañado por Josefa Pérez, su mujer, y tocar en las bodas. «Un año, en Torrebarrio, llegó a tocar en 18 bodas. La gente antes se casaba más y se divorciaba menos», resume ella. Hasta Omaña y hasta Asturias, además de, por supuesto, toda la comarca de Babia, Pergentino llevaba la música. Nadie le enseñó a tocar el acordeón. Se quedó fascinado con su sonido y pidió uno, el primero, a una fabrica de Bilbao. Era un Rinaga Guerini que llegó a Truébano en el coche de línea. Le mandaba a practicar a la cuadra, y a los animales dedicó sus primeras interpretaciones.
Luego llegaría el salto a las actuaciones en publico. Por la primera cobró 15 pesetas. Por otras, nada. Por otras, la voluntad. Por otras, una barbaridad. El caso es que la música no faltase en las fiestas de Babia y Omaña, y también en algunas asturianas. En todos Los pueblos de los alrededores aún dicen: «Truébano, el pueblo del taller... y el de Pergentino». Su sonido forma parte de los recuerdos de buena parte de los babianos, que echaron su primer baile, estrenaron el vestido de su vida o conocieron al hombre o a la mujer de su vida al compás de la música de Pergentino, que le puso la banda sonora a sus vidas.
Personajes Leoneses - Enredabailes - Fundación Saber.es
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